MADRID 1ª SAN ISIDRO: ARROJO Y AMBICIÓN DE JUAN DEL ÁLAMO
09.05.2015 17:34
09.05.2015 17:34
Redacción: Barquerito - Cronicatoro.com - Web Aliada
El torero de Ciudad Rodrigo, ileso tras una cogida, abre la nómina de éxitos de la feria. Pepe Moral, trazo largo y excelente espada, pierde un trofeo por descabellar sin acierto
Madrid - España. Los tres primeros toros de San Isidro tuvieron estilos diferentes y depararon emociones distintas. El que inauguró feria, cinqueño, descarado y muy astifino, lució espectacular pinta: colorado, carifosco y careto. No hubo en toda la corrida ni un solo toro que no se escupiera o se blandeara en varas, y ese primero no fue excepción. Aunque descolgó y hasta humilló, fue toro tardo, un punto brusco y reservón. El viento sopló con ganas. Joselito Adame anduvo afanoso en un trasteo monocorde, seguro e ingrato. Una tanda con la diestra a última hora muy distinguida. Un aviso antes de la igualada tras faena fatigosa y laboriosa. Las puntas del toro prestaron a todo un aire inquieto.
El segundo de esos tres primeros, castaño girón, fue protestado por falta de trapío. Un toro corto de cuello y campanudo, astifino como todos, y el primero de los varios que se escupieron de un caballo de pica a otro. Trotón y distraído de partida –normal en los encastes Núñez-, se avivó en banderillas, pero, si atacaba, arreaba, y, si no, se iba suelto. El viento descubrió a Pepe Moral cuando trataba de fijar al toro, el más mirón de todos. Firme de verdad, el torero de Los Palacios se encajó en una tanda con la izquierda de trazo largo.
Ha sido Pedro Capea –Capea padre- quien le ha puesto nombre a esos muletazos largos, de brazo en acordeón. La patente es antigua pero no tiene dueño. Este Pepe Moral es, con la zurda, uno de sus mejores intérpretes. Y esa tanda fue la prueba. Como la segunda tanda no tuvo ni la sorpresa ni la calidad de la primera, caló menos. El toro no tuvo trato posible por la mano diestra, sino que topaba o se echaba encima. La faena de Pepe Moral, aunque larga, fue vibrante. Emotiva cuando el toro, engallado, dejó de repetir y hubo que reclamarlo a la voz; muy airosa en los remates de trinchera; y de soberbio valor cuando el torero aguantó y tragó dos parones y pruebas de escalofrío. Caliente el ambiente, una estocada de limpia ejecución, un aviso y cuatro descabellos. Se esfumó la que habría sido la primera y bien ganada oreja de San Isidro.
Esa primera oreja de la feria la iba a cortar en el tercero de la tarde Juan del Álamo con un trabajo de tanta garra como resolución, de llamativa determinación y de firmeza incontestable. Un toro diferente a los dos primeros. No hizo más que huirse en cuanto veía hueco por donde hacerlo. Vino a la muleta descompuesto en sacudidas al principio eléctricas y, pese a todo, fiables. El cuerno derecho era un garfio carnicero. No importó.
El torero de Ciudad Rodrigo abrió de largo y en los medios en prueba de arrojo sin red. Abundó por esa mano en tres tandas ligadas o cosidas, en toreo de mano baja, traído por delante. En campo abierto pareció rendirse el toro, que iba a rajarse casi enseguida pero sin terminar de hacerlo del todo. Una pausa inoportuna enfrió la faena, ahora por el otro pitón. Una tanda de cuatro naturales sacados a fuego, con el cambiado y la trinchera. Y, sobre todas las cosas, una tanda última de manoletinas, todas por donde el garfio jamonero, y todas rozando el sempiterno terno blanco y plata que tanta fortuna le ha deparado en Madrid a Del Álamo. Una estocada tendida cobrada por derecho. Tardó en doblar, en tablas, el toro.
La segunda mitad de corrida careció de la intensidad y las emociones de la primera. Dos toros de acusada mansedumbre, cuarto y sexto. El uno, enanito peludo, y el otro, alto y casi acaballado, uno negro y otro, melocotón. Al cuarto solo le asomó la casta brava en una agonía interminable. Adame trató de no aburrirse y, en fin, mató con su facilidad de siempre. El sexto, de amoruchada conducta, apenas sangrado, tuvo de incierto pero inocuo lo mismo que de manso. En un descuido, Juan del Álamo salió encunado y volteado brutalmente, pero casi ileso. Tuvo corazón para, tras refrescarse, volver al toro, pasarlo –fría, la gente solo jaleó dos pases de pecho- y matarlo al segundo viaje con listeza.
El quinto, que fue el único de los seis que metió la cara con calidad en el capote y en embestidas sueltas, quedará como el toro enigma de la corrida. El que podría haber sido y no fue. Era la primera y única tarde de Pepe Moral en la feria y, aunque esta segunda faena, sin la tensión de la primera, tuvo sus golpes de calidad –estatuarios, toreo a suerte cargada y de mano baja-, pecó por exceso. Demasiados muletazos más seguidos que ligados. Y acople impreciso por la mano con la que se cuaja el trazo largo. La estocada, excelente.
Ficha de la Corrida
Madrid, 8 may. 1ª de San Isidro. Más de tres cuartos. Primaveral, ventoso. Dos horas y 25 minutos de función. El Rey Felipe, en una barrera de sombra, recibió brindis muy aplaudidos de los tres espadas. Dos toros -1º y 6º- de El Cortijillo (Pablo, Eduardo y José Luis Lozano) y cuatro de Lozano Hermanos. Joselito Adame, silencio en los dos. Pepe Moral, silencio tras aviso en los dos. Juan del Álamo, oreja y silencio tras un aviso.