15.10.2023 07:10 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora – Foto: Julián Velasco
La tarde en la Monumental de Manizales tuvo dos vertientes claras, la primera enmarcada por las condiciones de los astados, que exigieron sin medida y la segunda por las condiciones de los actuantes, que, sin desmeritar el esfuerzo, quedaron en inmensa deuda.
Manizales – Colombia. La segunda novillada del ciclo “Toros y Ciudad” en la capital caldense, evidenció la diversidad del bravo con la que cuenta la cabaña nacional, pues sin tener las bondades del encierro de la noche del viernes, los Suescún, pusieron en evidencia otra expresión del burel encastado, fiero, que no permite en ningún momento de la lidia cosas mal hechas porque súbitamente toman otra actitud, de ahí los percances que algunos actuantes vivieron y de manera lamentable.
Como en otras recientes líneas se expresaba, el tema de bravura, hace referencia a la acometividad resuelta del ejemplar y de constancia de la misma y sin lugar a dudas, cuatro de los cinco lidiados de la dehesa Suescún tuvieron esa condición fundamental, lo demás viene enfocado a las formas de como acudieron (actitud), con alegría o sosería (casta), con medias embestidas o rebosantes embestidas (profundidad), a media altura o humillando (clase), entre otros conceptos que sin ser exageradamente detallistas, se dan en esta expresión del toro en su liturgia. Pues bien, la parte introductoria sirve para poner sobre la mesa esa frase tan acuñada hoy día que es “cada toro tiene su lidia” y naturalmente eso es lo que sustenta esta expresión literaria, pues con las pocas oportunidades que tienen los novilleros nacionales, solo se entrena de salón, pero la mayor parte, teniendo en el imaginario, el toro soñado y ahí viene una ecuación difícil de desvelar porque cuando están ante los bureles, esa lección aprendida (la del toro soñado) no alcanza para desvelar a favor lo que brinda el astado, ahí en esos momentos es cuando las luces se vuelven indelebles y las sombras toman poder.
Es más que entendible el resultado del festejo de ayer en la ciudad de Manizales, porque algunos los actuantes vienen con un corto rodaje, como Eduardo Contreras, que solo tuvo contacto con una res días antes de su presentación y con casi un año de “inactividad” campera, lo mismo que el debutante Diego Torres, pero los cabeza del cartel, ya han tenido un caminar por este escalafón y salvo Joselito Castañeda y Cristian Gómez, no se les ve evolución, lecciones aprendidas, recursos técnicos y mente clara en el desarrollo de la lidia, estas apreciaciones naturalmente son para la reflexión, para la construcción en un futuro cercano, porque aún queda camino por recorrer, bien dicen que las caídas forman parte de la gloria y es cada uno de los toreros los que deben medirse, proyectarse y tomar decisiones con lo asumido para la vida, esa cavilación debe ser como lo decía el Maestro Chenel “pronto y a la mano” para que los resultados sean favorables, no solo en esta difícil y a la vez bonita profesión, sino para lo que será el caminar por este mundo.
Las sombras más oscuras las evidenciamos en los dos percances de mayor envergadura, el de Joselito Castañeda que sufrió una cornada de 12 centímetros ascendente a la altura del peroné derecho y un corte a la altura del fémur en la misma pierna y la contusión de Diego Torres con el cierre plaza tras una fea voltereta propinada al inicio de la labor muleteril. Deseamos que estas dos situaciones lleguen a buen o mejor excelente desenlace y que pronto veamos a estos dos toreros en los ruedos.