14.04.2025 10:12 a.m.
Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez
El buen hombre de Ricardo Santana, símbolo de gallardía en los ruedos, atraviesa una admirable etapa de recuperación tras una delicada cirugía cardíaca. Gracias a su temple, el respaldo incondicional de los médicos de la Clínica Santa Sofía y la fe de toda la afición taurina, su evolución representa hoy una gesta de superación, esperanza y vida.
Lenguazaque - Colombia. En el mismo corazón de la afición taurina colombiana, la ciudad de Manizales se viste de esperanza, emoción y profunda gratitud. El torero Ricardo Santana, hombre de plata emblemática del toreo nacional, conocido por su entrega, valor y arte frente al toro bravo, protagoniza en estos días una lidia de vida que ha conmovido los tendidos más allá de la plaza.
Tras haber enfrentado uno de los desafíos más complejos fuera del ruedo —una cirugía cardíaca de alto riesgo—, el subalterno caleño Ricardo Santana emerge nuevamente como el héroe indomable que siempre ha sido, demostrando que su espíritu luchador no solo florece ante el embiste del astado, sino también en el albero de la vida misma.
Desde la Clínica Santa Sofía de Manizales, institución reconocida por su excelencia médica y compromiso humano, se ha dado a conocer un parte oficial que reconforta a la comunidad taurina y a todos quienes han seguido con fervor el proceso de recuperación del torero: su estado de salud es gratamente positivo. Con una evolución quirúrgica sobresaliente, el diestro ha iniciado con coraje y disciplina su etapa de rehabilitación física y respiratoria.
Un torero que no se rinde
La recuperación de Ricardo no ha sido casual ni milagrosa; ha sido la consecuencia de un temple férreo, propio de quien se ha curtido ante toros de casta. Con la misma serenidad con la que pisa el redondel, ha encarado las limitaciones físicas, aceptando con humildad los pasos necesarios para reconstruir su fuerza, recuperar sus movimientos y darle, aire nuevo a sus pulmones.
Ese espíritu guerrero no ha estado solo. A su lado, un equipo médico de élite, encabezado por especialistas en cirugía cardiovascular, fisioterapia y rehabilitación pulmonar, ha dado muestra de una profesionalidad y vocación sin parangón. La sinergia entre el paciente y el cuerpo médico ha sido una faena colectiva, digna de una gran oreja simbólica.
Santa Sofía: Una plaza de ciencia y humanidad
No es exagerado afirmar que la Clínica Santa Sofía se ha convertido en estos días en una suerte de plaza blanca, donde en lugar de clarines y timbales se escuchan los monitores cardíacos, y en vez de capotes, se mueven batas blancas que protegen la vida. Allí, donde la ciencia se encuentra con la compasión, se está escribiendo una historia de superación que merece ser ovacionada con el corazón.
Desde este improvisado burladero hospitalario, han brotado mensajes de aliento, oraciones y aplausos silenciosos por parte de la familia taurina, que ve en Ricardo no solo a un torero, sino a un símbolo de lo que representa esta milenaria expresión: la lucha incansable, la dignidad ante la adversidad y la pasión por la vida.
El arte de renacer
Hoy, Ricardo Santana nos da una lección más allá del arte del temple y el dominio del tercio de muerte: nos habla del arte de renacer, de empuñar con dignidad el estoque de la voluntad y cruzar de nuevo la puerta grande de la vida.
Sus extremidades, poco a poco, van despertando con firmeza. Su pecho, herido por bisturí pero lleno de esperanza, respira con más fuerza. Y su voz, aún contenida por el esfuerzo físico, comienza a pronunciar nuevamente la palabra que más le define: ¡gracias!
El público de la vida, de pie
Desde los tendidos del alma, sus amigos, colegas, aficionados y todo el orbe taurino se han levantado en un aplauso que no cesa. Porque más allá de la técnica del natural o la verticalidad de un pase de pecho, Ricardo Santana está dando la mayor de sus lecciones: cómo torear la adversidad con gallardía, cómo recibir con fe el tratamiento, cómo esperar con paciencia la mejoría.
Aún queda faena. Aún queda camino hacia la plena recuperación. Pero con la plaza volcada, con la cuadrilla médica al quite, y con Dios de su parte —como lo expresa el emotivo comunicado de su entorno—, no hay duda de que el torero regresará. Quizás no pronto al ruedo, pero sí al ruedo de su vida, de su familia, de su pasión por la Fiesta.
¡Dios todo lo puede! Y Ricardo Santana también. ¡Torero, sigue luchando, que la puerta grande de la salud ya empieza a entreabrirse para ti!