29.09.2024 05:43 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
Enrique Ponce, en su despedida de Las Ventas, conquistó dos orejas en una magistral faena. Samuel Navalón, confirmando su alternativa, dejó huella con una oreja tras una valiente actuación. David Galván, pese a una brillante faena inicial, se quedó sin trofeos en una tarde llena de emociones en la primera corrida de la Feria de Otoño.
Arbeláez - Colombia. En una tarde cargada de emotividad y recuerdos, Enrique Ponce, una de las máximas figuras del toreo de los últimos 36 años, cerró su historia en Las Ventas con una faena magistral que culminó en el corte de dos orejas. El festejo, parte de la Feria de Otoño, no sólo representó el adiós del valenciano a la plaza más importante del mundo, sino también la confirmación de alternativa del joven torero Samuel Navalón, quien, pese a algunos contratiempos, logró destacar en su presentación. David Galván, por su parte, ofreció una gran dimensión torera, aunque sin obtener el premio esperado. La tarde del 28 de septiembre dejó momentos memorables para el público madrileño, que llenó casi en su totalidad los tendidos de la monumental plaza.
Samuel Navalón fue el encargado de abrir la tarde al enfrentarse a un astado de 624 kilos de Garcigrande en su confirmación de alternativa. El toro, de cuerpo basto y pobre cara, fue protestado por inválido en el primer tercio, pero continuó en el ruedo tras recibir una vara larga que lo dejó visiblemente mermado. Navalón, sereno y con gran sentido del temple, se mostró sobrio y valiente al manejar la embestida del animal, pese a las dificultades que este presentó. Con paciencia y asentado en los riñones, logró arrancar muletazos de gran calidad por el pitón derecho, brindando momentos de alto nivel. No obstante, un pinchazo inicial y un segundo aviso que llegó al enterrar la espada, opacaron lo que pudo haber sido un premio mayor. Un descabello final evitó el tercer aviso y la ovación del público reconoció su esfuerzo.
El segundo de la tarde, del lote de Enrique Ponce, dejó un mal sabor de boca al partirse un pitón en el primer tercio, situación que, incomprensiblemente, el palco decidió no resolver. La afición, indignada, clamaba por el cambio del toro mientras Ponce lidiaba con un astado mutilado que poco ofrecía. En un ambiente enrarecido por la actuación del presidente, Ponce decidió abreviar y, con una estocada certera, puso fin a una lidia que no tuvo más historia.
David Galván se encontró con un toro de gran estampa en el tercero, un Garcigrande de generosa presencia y noble tranco que despertó la emoción del público en los primeros compases. Tras un breve encuentro con el caballo, el toro mostró mayor calidad en la faena de muleta, donde Galván lo llevó muy templado y embarcado en una serie de derechazos que estremecieron los tendidos. Sin embargo, cuando el gaditano mejor lo estaba cuajando, el toro se paró en seco, truncando lo que parecía una faena de gran calado. Un rácano final, coronado con una estocada y un par de golpes de descabello, dejó al torero sin premio, pero con la ovación de la plaza.
El cuarto de la tarde, de la ganadería de Juan Pedro Domecq, fue el escenario donde Enrique Ponce desplegó toda su maestría. El toro, un colorao de lomo largo y pitón blanco, mostró cierta entrega en los primeros tercios, pero perdió fuerza tras su paso por el caballo. Ponce, consciente de la escasa duración del astado, imprimió a su faena un tempo pausado, alternando muletazos largos y templados con su clásica poncina, moviéndose con la precisión de quien ha dominado los terrenos de Las Ventas por décadas. La estocada final, fulminante, fue el broche de oro a una actuación que conmovió a la plaza entera. Las dos orejas concedidas no solo premiaron la faena, sino una trayectoria irrepetible.
En el quinto, David Galván intentó sobreponerse a un toro que, pese a su armoniosa estampa, careció de fuerzas para mantener la intensidad de la faena. Con inteligencia, Galván evitó exigirle en exceso al astado, llevándolo con suavidad y sin tirones. No obstante, los esfuerzos del gaditano resultaron insuficientes para levantar una faena marcada por la falta de ímpetu del animal. Concluyó su actuación en silencio tras fallar con el acero.
El sexto y último de la tarde fue, sin duda, el toro más serio del encierro, un Garcigrande de 604 kilos con el que Samuel Navalón selló su confirmación de alternativa de manera sobresaliente. El joven albaceteño brindó una faena llena de entrega y valor, destacando su capacidad para templar las embestidas del astado, que cada vez embestía mejor. Tras un brindis al público, Navalón comenzó su faena con un farol de rodillas y fue creciendo en intensidad conforme avanzaban los muletazos. La responsabilidad de un torero que busca consolidar su carrera se evidenció en cada pase, y pese a sufrir una voltereta, mantuvo la compostura y no dejó de apostar fuerte en todo momento. El estoconazo final, justo cuando sonaba el aviso, le valió para cortar una oreja de gran peso, cerrando así una tarde de altos y bajos, pero con un balance muy positivo para el confirmante.
La tarde taurina del 28 de septiembre en Las Ventas no fue solo una despedida, sino un homenaje al toreo en su máxima expresión. Con un Enrique Ponce que se despidió como figura indiscutible, un Samuel Navalón que dejó claro su gran potencial, y un David Galván que, aunque sin trofeos, ofreció momentos de gran calidad, la primera corrida de la Feria de Otoño quedará grabada en la memoria de la afición madrileña como una tarde cargada de emoción, maestría y pasión.
Ficha del Festejo:
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Primera de la Feria de Otoño. Corrida de toros. Casi lleno. Toros de Juan Pedro Domecq y Garcigrande. Enrique Ponce (Malva y oro): Silencio y Dos orejas tras aviso. David Galván (Manzana y plata): Ovación tras aviso y Silencio. Samuel Navalón (Plata y oro): Ovación tras dos avisos y Oreja tras aviso.