02.09.2024 06:11 a.m.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora
El Festival Taurino por la Libertad reunió a cuatro valientes novilleros en una tarde cargada de emoción, tradición y honores. Con ejemplares de las renombradas ganaderías Mondoñedo y Garzón Hermanos, y la destacada actuación de María José Alzate, Jarold Sánchez, Anderson Sánchez, y la sorpresa de Juan Rojas, el evento se convirtió en un auténtico homenaje al toreo.
Arbeláez - Colombia. El ruedo de Garzón Hermanos se iluminó con el coraje y la técnica de cuatro prometedores novilleros en un festival que quedará marcado en la historia de la tauromaquia. En un ambiente de pura tradición, los jóvenes toreros, incluyendo a la única mujer del cartel, María José Alzate, ofrecieron una tarde memorable llena de arte y pasión.
María José Alzate conquistó al público con su temple, obteniendo una merecida oreja que consagró su valentía ante su oponente. Jarold Sánchez fue el gran triunfador de la tarde, cortando dos orejas que le aseguraron un lugar destacado en el evento. Anderson Sánchez, por su parte, también se llevó una oreja, demostrando su concepto y compromiso en el ruedo.
La tarde no solo fue de los jóvenes, pues como homenaje a la tradición taurina, el propietario de la ganadería, Germán Páez, y el Profesor de la Escuela taurina de Une, Nicolás de San Juan, no dudaron en rememorar sus días de gloria en la Escuela Taurina de Bogotá, echando capa y demostrando que el arte del toreo no conoce el paso del tiempo.
La sorpresa del día la dio Juan Rojas, un joven alumno de la Escuela "La Sagrada Concepción", quien mostró un futuro prometedor. Su actuación dejó la sensación de que en él hay un futuro para la heredad taurina. También fue destacada la presentación de Andrey Alonso "Manchas," novillero de Lenguazaque, que este año dejó sabor bueno en el festival de feria del domingo de ramos. Aunque el público pidió la oreja para "Manchas", el palco decidió no concederla, dejando en el aire una mezcla de asombro y admiración.
Este Festival Taurino por la Libertad no solo fue una tarde de triunfos y recuerdos, sino también una celebración del arte del toreo en su forma más pura, donde tradición y futuro se entrelazaron en el ruedo de Mondoñedo y Garzón.