14.02.2025 07:24 a.m.
Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez
Don Gustavo Robledo Isaza, fallecido a los 103 años, deja un legado imborrable en Manizales y Caldas. Ingeniero, político y gestor incansable, fue artífice de la Feria Taurina de Manizales y de más de cincuenta obras clave en la región. Su visión y compromiso con el desarrollo urbanístico y cultural lo convierten en un ícono de la historia local.
Fusagasugá – Colombia. Hablar de la grandeza de Manizales es evocar nombres que forjaron su destino con determinación y visión. Entre ellos, Gustavo Robledo Isaza brilla con luz propia. Su partida, a los 103 años, deja un vacío imposible de llenar, pero también un legado de innegable trascendencia. Ingeniero de profesión, pero soñador de vocación, Robledo Isaza transformó la ciudad con proyectos de envergadura que marcaron hitos en su desarrollo urbano y cultural.
Su nombre está estrechamente ligado al nacimiento de la Feria Taurina de Manizales, un evento que ha dado a la ciudad reconocimiento internacional y que, gracias a su gestión, se consolidó como uno de los más prestigiosos del mundo taurino. Inspirado en la Feria de Sevilla y acogiendo la idea del odontólogo Óscar Hoyos Botero, Robledo Isaza materializó este sueño en 1951, convirtiéndolo en una tradición arraigada en el alma de la ciudad.
Pero su contribución no se limitó a la tauromaquia. La impronta de su liderazgo se extiende a obras fundamentales como las avenidas Centenario y 12 de octubre, que dinamizaron la movilidad y el desarrollo de Manizales. Fue también el impulsor de la vía al Nevado del Ruiz, una arteria vital para el turismo y la conexión con la majestuosidad natural del Parque Nacional de los Nevados.
Su vocación de servicio lo llevó a desempeñar altos cargos públicos. Fue dos veces alcalde de Manizales, concejal y representante a la Cámara, desde donde impulsó proyectos estratégicos para la ciudad. Entre sus iniciativas más ambiciosas se destaca la gestión de Aerocafé, una apuesta visionaria por la conectividad aérea de la región.
Su fallecimiento, próximo a cumplir 104 años, enluta a Caldas, pero su legado vive en cada rincón de la ciudad que ayudó a construir. Su despedida, realizada en la Catedral Basílica, congregó a una comunidad agradecida que reconoce en él a uno de sus más grandes arquitectos del progreso.
La historia de Manizales no podría contarse sin la presencia indeleble de Gustavo Robledo Isaza. Su visión, su empuje y su amor por su tierra quedarán inscritos en la memoria de todos aquellos que caminan por las avenidas que él soñó, transitan por las rutas que trazó y celebran la Feria que él convirtió en un símbolo de identidad. En su honor, la ciudad sigue y seguirá creciendo con el espíritu de grandeza que él sembró.
